Reventar su burbuja
Como muchos otros futuros padres, Joy y Roberto se alegraron mucho al saber que estaban embarazados. Siempre supieron que querían ser padres y, a sus 32 años, el equipo de marido y mujer se sentía preparado para la aventura que les esperaba. Además, pronto descubrieron que iban a tener gemelos. Se sentían la pareja más afortunada del mundo, y no podían creer que hubieran sido bendecidos con dos bebés.
Sin embargo, su burbuja no tardó en estallar. Durante una exploración, la pareja recibió la noticia de que sólo uno de sus gemelos era feliz y estaba sano. ¿Y el otro? Bueno, no era como un bebé normal.
Intentar tomárselo con calma
Mientras Joy y Roberto escuchaban lo que decía el médico, estaban confusos. Hasta ese momento, el embarazo había transcurrido sin problemas y Joy no había tenido demasiadas complicaciones. Pero con este nuevo acontecimiento, le dijeron a Joy que se pusiera en alerta máxima. Debía tomárselo con calma y cuidarse mucho, pues los médicos no sabían qué les ocurriría a los bebés en la sala de partos.
Los médicos pudieron ver que una de las gemelas (a la que Joy y Roberto llamaron Emily) era mucho más pequeña que su gemela, Amanda. Pero no sabían por qué, y no obtuvieron respuesta hasta que nacieron los bebés.
Vigilándola
Con la salud de Emily y Amanda en la estacada, los médicos sabían que Joy era un caso especial. No podían dejar que se fuera a casa y siguiera con su vida normal. Necesitaba revisiones periódicas y pruebas constantes para comprobar el estado de los gemelos. Su embarazo era uno que muchos de los médicos y enfermeras no habían visto nunca, y querían asegurarse de que hacían todo lo posible para proteger a la madre y a los bebés.
Por supuesto, esto preocupó aún más a Joy y Roberto. Les dijeron que Emily y Amanda acabarían necesitando cirugía, pero aún no sabían si debían esperar o actuar con rapidez.
Mucho en qué pensar
A estas alturas, Joy estaba asustada. Lo único que había deseado siempre era dar la bienvenida a un bebé a sus vidas, y antes le encantaba la idea de estar embarazada. Pero ahora no sabía qué le depararía el futuro. Por un lado, quería asegurarse de que sus gemelos tuvieran la vida mejor y más sana posible. Pero, por otro lado, le habían advertido de que uno de sus gemelos podría tener graves defectos congénitos.
Joy se sentía impotente. No sabía qué hacer y no sabía cómo mantenerse positiva en una circunstancia tan extraña y aterradora. Así que decidió seguir el consejo de los profesionales médicos.
Amor y apoyo
Afortunadamente, había un rayo de esperanza entre las nubes. Cuando la noticia del inusual embarazo de Joy y Roberto circuló entre sus amigos y familiares, todos se unieron para mostrar a la pareja su amor y apoyo. Les enviaron tarjetas y regalos, y les dirigieron cariñosas palabras de apoyo. Pero fue la madre de Joy la que más les apoyó de todos. Le dijo a su hija que sus gemelos serían queridos, pasara lo que pasara.
La madre de Joy también sostenía que la pareja seguía siendo bendecida con los hijos que siempre habían deseado. Sólo tenían que hacer frente a algunas complicaciones y pruebas por el camino.
Pensando en sus bebés
Sin duda, Joy sentía el amor y el apoyo de los que la rodeaban, pero aún le asaltaban dudas y preguntas. ¿Estarían bien sus gemelos? ¿Por qué eran tan diferentes? ¿Por qué había sido ella la desafortunada? Aunque lo único que deseaba era dar la bienvenida al mundo a sus gemelos, también temía su llegada. Sabía que en cuanto aparecieran en la sala de partos, sus vidas penderían de un hilo.
Esto era especialmente cierto en el caso de Emily, que parecía luchar mucho más que Amanda. Pero antes de que pasara mucho tiempo, por fin llegó el día y llegó el momento de dar a luz a los bebés.
Bienvenido al mundo
El día del nacimiento, Joy y Roberto eran una mezcla de emociones. Por supuesto, estaban emocionados por conocer por fin a sus bebés. Pero también estaban preocupados, pues el nacimiento confirmaría o desmentiría las sospechas que los médicos tenían sobre ellos. En primer lugar, nació Amanda y, a primera vista, parecía increíblemente sana. Esto significaba que la sospecha de los médicos sobre aquella gemela era correcta.
Entonces llegó Emily y, una vez más, se demostró que los médicos tenían razón. Con sólo mirarla, estaba claro que algo no iba bien. No se parecía a ningún otro bebé que hubieran visto antes.
Características extrañas
Cuando Joy y Roberto pudieron por fin mirar a sus gemelos por primera vez, comprendieron inmediatamente por qué los médicos se habían preocupado tanto. Por supuesto, sus corazones se hincharon de amor por los bebés que habían creado, pero también se dieron cuenta de por qué los médicos se habían preocupado tanto por su embarazo. Amanda parecía bastante sana, pero Emily tenía unos rasgos extraños y curiosos que no se parecían a nada de lo que habían esperado.
Estaba pálida, era increíblemente pequeña y parecía una muñeca frágil. No querían tocarla por miedo a hacerle daño, y no sabían lo que esto significaba para su supervivencia. ¿Sobreviviría?
La vida como madre
Mientras echaba otro vistazo a Emily y Amanda, Joy se volvió hacia los médicos con una expresión de determinación en el rostro. Al mirar a sus hijas, de repente se sintió invadida por la confianza y la fuerza. Sólo llevaban unos minutos en el mundo, pero sabía que haría todo lo posible por mantenerlas con vida y darles la mejor vida posible. Era su madre y ése era su trabajo.
Pero aunque estaba decidida a crear una vida feliz y sana para sus hijas, tampoco tenía ni idea de lo que ocurriría después. En poco tiempo, esa realidad la golpeó con fuerza.
Un marido que ayuda
Sin embargo, Joy no era la única a la que embargaban las emociones. Después de ver a su mujer pasar por un embarazo estresante y dramático y luego ver a sus gemelos en carne y hueso, Roberto no sabía cómo sentirse. Por supuesto, estaba encantado de tener por fin hijos a los que llamar suyos, pero sabía que su papel de padre no sería el tradicional. No cuando la vida de sus gemelos pendía de un hilo.
Roberto sabía que la comunicación y la honestidad eran las únicas formas de mejorar su situación. Así que se sentó con su mujer y hablaron de sus preocupaciones, sus esperanzas y sus próximos pasos.
Aprender en el trabajo
Aunque Joy y los gemelos tuvieron que permanecer en el hospital para someterse a más pruebas, eso no impidió que Joy asumiera su nuevo papel de madre. Como consecuencia de las extrañas e inusuales circunstancias, no pudo ser la madre que había soñado ser, pero aun así aprendió en el trabajo e hizo todo lo que pudo para alimentar, cambiar y hacer eructar a sus preciosos gemelos para conseguir una apariencia de rutina.
En esos momentos, sólo estaban ella y sus bebés, y se sentía tan feliz de tenerlos por fin en sus brazos. Y en esos momentos, se olvidaba de las difíciles decisiones que se avecinaban.
Apoyo de mamá
Durante su estancia en el hospital, Joy y Roberto también se apoyaron mucho en la madre de Joy. La abuela de los gemelos estaba encantada de ver por fin a los gemelos en carne y hueso, y estaba encantada de echarles una mano siempre que fuera necesario. Por supuesto, Joy quería a su madre en la habitación en todo momento, y eso significaba que siempre estaba ahí para ayudarles cuando lo necesitaban.
Y aunque Joy estaba agradecida por la salud de su madre, no podía evitar pensar que su madre intentaba ocultar algo. ¿Había algo que no le estaba contando?
Por fin vuelves a casa
Tras innumerables pruebas y controles, Joy y Roberto recibieron buenas noticias. No estaban fuera de peligro y los gemelos necesitarían constantes revisiones en el hospital en las semanas siguientes, pero por fin les permitieron volver a casa. Esto significaba que la pareja podía empezar de una vez por todas su nueva vida como padres. Y cuando llegaron a casa, estaban impacientes por presentar a sus gemelos a sus demás amigos y familiares.
Joy y Roberto estaban entusiasmados con la idea de que Amanda y Emily conocieran a su familia, pero también estaban muy nerviosos. No sabían cómo reaccionarían sus amigos y familiares ante sus gemelas... sobre todo Emily.
Susurros a sus espaldas
Por supuesto, Joy y Roberto sabían que sus amigos y familiares se sorprenderían. Amanda y Emily no se parecían a ningún gemelo o bebé que ellos mismos hubieran visto antes, y sabían que lo mismo les ocurriría a sus amigos y familiares. Y aunque la pareja esperaba que les hicieran numerosas preguntas sobre sus gemelas, no esperaban los horribles susurros que se producían a sus espaldas. Algunos incluso tenían miedo de acercarse a los gemelos.
Joy estaba disgustada. Quería a sus hijos a pesar de todo, pero también sabía que la operación que necesitaban sus gemelos pondría fin de una vez por todas a aquellas miradas y susurros. Pero, ¿eran aún demasiado pequeños?
El amor de un padre
Roberto sentía exactamente lo mismo que su mujer. Aunque soñaba con poder llevar una vida normal con sus gemelos, sabía que ésa no era su realidad. Su realidad era que les esperaba un viaje extremadamente duro y que tenían que tomar decisiones difíciles por el bien de sus hijos y de toda su familia. Sin embargo, no era algo que fuera a tomarse a la ligera.
Quería ser el mejor padre posible para sus hijos, así que se comprometió a hacer que cada día con ellos fuera especial. Sí, iban a pasar momentos difíciles, pero no iba a dejar que eso aplastara su amor.
Mantener la esperanza
Roberto también creía mucho en el pensamiento positivo. Sabía que su viaje hacia la normalidad sería duro y doloroso, pero no quería pensar en esas cosas. Quería centrarse en el ahora y tener esperanza en un futuro feliz y sano para sus hijos. Así que intentó tratar cada nuevo día como una oportunidad para la emoción y la felicidad, e intentó poner una sonrisa en la cara de sus gemelos.
En el fondo de su mente, sin embargo, sabía que los gemelos aún necesitaban operarse en algún momento. Y de lo que no se daban cuenta era de que ese momento iba a llegar muy pronto.
Sopesar las opciones
A medida que Emily y Amanda se hacían mayores, sus problemas de salud se hacían aún más evidentes. Y aunque Joy y Roberto no querían pensar en que sus gemelas pasaran por el quirófano, sabían que sus vidas no mejorarían si no se sometían a esta operación tan importante. Al principio, los médicos les aconsejaron que esperaran a que los gemelos fueran mayores para operarlos, pero Joy y Roberto no sabían qué hacer.
Obviamente, Joy no podía pensar en nada peor que ver a sus bebés sedados. Pero también quería darles una buena vida, y sabía que no podría dársela hasta que les operaran.
Ver las diferencias
Cada día que pasaba, Joy y Roberto notaban las diferencias entre sus gemelas, y no sólo a nivel físico. Aunque Amanda seguía siendo mucho más grande y fuerte que su hermana Emily, también tenía una personalidad muy diferente. Amanda era más vivaz y curiosa, mientras que Emily era más tranquila y contenta. Y aunque a sus padres les alegraba verlas crecer, también les entristecía enormemente.
A pesar de ser relativamente felices por dentro, los padres sabían que sus gemelos estaban librando una batalla que acabarían perdiendo. Y la única forma de ayudarles a ganar era pasar por el quirófano.
La preocupación de un padre
En última instancia, Joy y Roberto sabían que la cirugía era la única forma de que sus gemelos tuvieran más posibilidades de sobrevivir. Pero tenían miedo y no querían pensar en ello. Querían imaginar a sus hijos viviendo su mejor vida y siendo felices y sanos durante décadas. No querían pensar en sus cuerpos débiles y luchadores siendo operados con anestesia y bajo las brillantes luces del hospital.
Por ello, una parte de ellos quería aplazar la operación el mayor tiempo posible para evitar el riesgo de perderlos en el proceso. Simplemente no querían perderlos.
Disfrutar de los pequeños momentos de la vida
Al final, la pareja decidió reservar la operación para dentro de unos meses. Sabían que necesitaban un poco de luz al final del túnel y que no podían posponerlo para siempre. Pero después de anotar la fecha en la agenda, se prometieron a sí mismos hacer que cada momento contara en las semanas previas a la operación. Querían tener tantos recuerdos como fuera posible con sus hijas.
Hacían fotos de sus gemelos, se iban de excursión e intentaban poner sonrisas en sus caras todo lo que podían. Al fin y al cabo, eran una familia.
Replantearse su decisión
Pero mientras estaban ocupados creando recuerdos, Joy y Roberto empezaron a replantearse su decisión de someter a sus hijas al bisturí. Cuanto más tiempo pasaban con ellas, más aprendían sobre las peculiaridades de sus hijas y sus personalidades. Ambas eran únicas a su manera, pero también se dieron cuenta de lo unidas que estaban. Les encantaba estar la una al lado de la otra, y estaba claro que su conexión era fuerte.
Por ello, los padres no sabían si querían someter a sus gemelos a la difícil operación. ¿Y si no lo conseguían? ¿Y si había complicaciones? No sabían qué hacer.
No rendirse
Joy y Roberto sabían que no podían renunciar a sus gemelas. Tenían que dar a Amanda y Emily una oportunidad de luchar, tanto por su propio bien como por el de las gemelas. Pero no se puede negar que la decisión fue difícil. Dieron muchas vueltas antes de la operación y no sabían qué hacer. A los médicos también les sorprendió su caso.
Por la noche, cuando los gemelos se habían ido a dormir, Joy pasaba la mayor parte del tiempo llorando. Sólo quería que alguien le dijera qué era lo correcto.
Mirando hacia atrás
Durante estas tristes veladas, Joy también pasó mucho tiempo pensando en los primeros días de su embarazo. Tras su boda, Joy y Roberto sabían que ambos querían formar una familia, por lo que se alegraron mucho al ver dos líneas en la prueba de embarazo. Inmediatamente pensaron en paseos por los parques, domingos por la mañana en la cama y viajes familiares a Disneylandia. Pero su entusiasmo duró poco.
En poco tiempo, todo su mundo se derrumbó sobre sí mismo y se enfrentaron a una decisión de vida o muerte que no sólo cambiaría el destino de sus gemelos, sino también el de sus propias vidas.
Las probabilidades no estaban a su favor
En última instancia, Joy y Roberto sabían que la única forma de que sus gemelos sobrevivieran sería que los operaran. Pero las probabilidades no estaban a su favor. Mientras los médicos sopesaban sus opciones y discutían los entresijos de la operación, les dijeron a los padres que Emily podría no sobrevivir a la prueba. Seguía siendo mucho más débil que su hermana y no parecía tener muchas fuerzas para luchar.
También se advirtió a los padres de que, aunque Emily sobreviviera, la operación podría no funcionar igual que en el caso de Amanda. Entonces, ¿aún querían seguir adelante?
Recaudar dinero
Por supuesto, los padres tenían que tomar una gran decisión. Y aunque no estaban decididos al 100% a seguir adelante con la operación, también sabían que tenían que estar preparados si decidían seguir adelante. Esto significaba intentar recaudar dinero para la intervención. No sería barato, y la pareja no estaba en una buena situación económica para pagarlo todo de su bolsillo. Así que tuvieron que pedir ayuda.
Aunque la pareja recaudó algo de dinero en una página de GoFundMe, no consiguieron tanto como necesitaban para seguir adelante con el procedimiento. Esto agravó aún más su situación.
La espera casi había terminado
Afortunadamente, Joy y Roberto consiguieron reunir el dinero para la operación justo a tiempo para el gran día. Los médicos les habían aconsejado que esperaran a que las gemelas tuvieran al menos dos años para operarse, a fin de asegurarse de que fueran lo bastante fuertes para salir adelante, pero Joy y Roberto decidieron seguir adelante con la operación cuando sus hijas tuvieran 22 meses. Así que casi lo habían conseguido.
Y mientras miraban a sus bebés antes de entrar en quirófano, volvieron a preguntarse si estaban haciendo lo correcto. Pero en pocas horas obtuvieron la respuesta a esa pregunta.
Gemelos unidos
Emily y Amanda necesitaban desesperadamente someterse a esta operación. Porque eran gemelas unidas, y su única posibilidad de sobrevivir a largo plazo sería separarlas. Y aunque tenían dos cuerpos, Emily utilizaba los órganos vitales de Amanda para sobrevivir, ya que no tenía ninguno propio. Esto significaba que Emily era mucho más débil que su hermana, pero también que estaba causando estrés al cuerpo de Amanda.
Aunque ambos tenían sus propios riñones singulares, estaban unidos por el estómago y casi se alimentaban el uno del otro, y eso no era sostenible. Así que había que hacer algo al respecto.
Intentando una vida normal
Cuando Joy y Roberto vieron que sus gemelas eran unidas, temieron por su futuro. No sabían qué vida podrían tener Emily o Amanda al compartir sus órganos vitales. Pero cuanto más se enamoraban de sus hijas, más se daban cuenta de que eran mucho más que dos cuerpos unidos. Eran todo su corazón.
Con esto en mente, querían tomar la decisión correcta para sus hijos. Y si querían dar a alguno de ellos una oportunidad de sobrevivir, necesitaban que la operación fuera un éxito.
Un viaje inesperado
Por supuesto, eso no facilitó las cosas a Joy y Roberto. Mientras esperaban la fecha de la operación, tuvieron que enfrentarse al hecho de que no estaban criando a los gemelos que esperaban. Criar gemelos unidos era un juego totalmente distinto y algo que les sacaba de su zona de confort. Todo lo que hacían tenía que estar meticulosamente planeado y aprobado por el médico, y a menudo les resultaba difícil.
Pero aunque se daban cuenta de que su naturaleza unida no definía a sus gemelos, también sabían que una operación exitosa les devolvería sus propias vidas. Entonces, ¿cómo fue?
Una oportunidad al 50
Mientras los padres aguardaban ansiosos en la sala de espera del hospital, sus mentes estaban a mil por hora. Volvían a preguntarse si habían tomado la decisión correcta, y rezaban para que sus gemelos superaran la operación y tuvieran una vida plena y sana después. Pero es innegable que sus esperanzas no eran muchas. Los médicos les habían dicho que Amanda y Emily sólo tenían un 50% de posibilidades de sobrevivir.
Así que se quedaron de brazos cruzados y se limitaron a esperar que superaran las probabilidades y se llevaran a casa a sus gemelos al final de este calvario. Al fin y al cabo, habían puesto sus esperanzas en las mejores personas.
El equipo perfecto
Joy y Roberto no querían poner la vida de sus hijas en manos de personas en las que no confiaban. Así que, cuando se dieron cuenta de que tendrían que operar a sus gemelas, decidieron ir en busca de algunos de los cirujanos más experimentados del sector. Encontraron un equipo quirúrgico con experiencia en la separación de gemelos unidos, que además tenía un índice de éxito muy alto. Por eso tuvieron fe.
Pero la espera fue una agonía. En total, la operación duró 16 horas, y ni Joy ni Roberto pegaron ojo durante esas 16 horas. No podían dormir mientras se desconociera el destino de sus bebés.
Un procedimiento complicado
Aunque los padres tenían fe en su equipo quirúrgico, también sabían que la operación no iba a ser fácil. Separar a dos gemelas unidas es un procedimiento enormemente complicado que requiere precisión y paciencia, sobre todo en el caso de Emily y Amanda, que compartían sus órganos vitales. Los cirujanos no sólo tuvieron que separarlas, sino también asegurarse de que las niñas tuvieran órganos propios que funcionaran independientemente.
La idea de que eso ocurriera tras las puertas del hospital hacía que Joy y Roberto se pusieran enfermos de preocupación, y sólo querían oír noticias. ¿Habían sobrevivido sus bebés? ¿Se iban a poner bien?
Por fin, algunas noticias
Aquellas 16 horas parecieron más bien 16 días, pero al final, Joy y Roberto vieron que los médicos salían del quirófano y se dirigían hacia donde estaban sentados. Intentaron calibrar por su rostro el resultado de la operación, pero sólo parecía increíblemente cansado y agotado por la dura cirugía. Así que tuvieron que esperar a que llegara a sus asientos para oír lo que tenía que decir.
Joy saltó inmediatamente de la silla y bombardeó al cirujano a preguntas. "¿Están bien mis bebés? ¿Siguen vivos? ¿Se pondrán bien? También buscó respuestas en su rostro.
Los bebés eran débiles
Cuando el médico miró a los padres, Joy y Roberto creyeron ver un atisbo de felicidad y alivio en el rostro del médico. Se les encogió el corazón y supusieron que sus dos bebés estaban sanos y en forma tras la operación. Sin embargo, el cirujano tenía malas noticias. Les informó de que los bebés estaban muy débiles tras la traumática experiencia, pero que Emily luchaba mucho más que su hermana.
Mientras decía esto, Joy y Roberto pudieron ver cómo los ojos del médico empezaban a empañarse. Parecía capaz de romper a llorar, pero ¿qué significaba eso? ¿Eran buenas o malas noticias?
Buenas y malas noticias
Al final, el médico les dijo que había buenas y malas noticias. La buena noticia era que la operación había conseguido separar a los gemelos. Ya no estaban unidos, y ambos tenían sus propios órganos que funcionarían independientemente y por sí solos. Por supuesto, Joy y Roberto estaban encantados. La operación había sido un éxito. Pero su felicidad duró poco.
Mientras Joy miraba al médico y esperaba a que le diera la mala noticia, supo que iba a ser muy mala. La expresión de su rostro lo decía todo.
Hicieron todo lo que pudieron
El médico miró a la pareja directamente a los ojos y dijo sinceramente: "Lo siento, hicimos todo lo que pudimos". En aquel momento, la pareja supo exactamente lo que había ocurrido. El médico no necesitó decir nada más porque sabían que uno de sus gemelos o los dos habían fallecido. No podían creerlo, y sus cuerpos estaban invadidos por una tristeza y una pena intensas. ¿Cómo había podido ocurrir?
Sin embargo, volvieron a aguzar el oído cuando el médico confirmó que Amanda había sobrevivido. Pero, por desgracia, Emily no había podido librar su batalla con el mismo entusiasmo.
Padres con el corazón roto
Sorprendentemente, Emily había podido sobrevivir a la operación de separación. Y durante unos instantes, fue su propia persona, con su propio cuerpo e incluso sus propios órganos. Pero como ya estaba tan débil y frágil antes de la operación, su cuerpo no pudo resistir y falleció pocos minutos después. Como puedes imaginar, Joy y Roberto estaban desolados. Su hija había muerto.
Por supuesto, apreciaban todo lo que había hecho el médico, y sabían que habría hecho todo lo posible por salvarla. Pero, por desgracia, no estaba destinado a ser así.
Preservar su memoria
Aunque Joy y Roberto estaban tristes por la pérdida de Emily, sabían que tenían que seguir adelante por el bien de su gemela, Amanda. Se merecía unos padres que dedicaran tiempo y esfuerzo a su vida e hicieran todo lo posible por hacerla feliz. Así que decidieron despedirse de Emily con un funeral. Querían honrar su corta vida y preservar su memoria, y pensaron que ésta era la mejor forma de hacerlo.
Amigos y familiares de todo el país acudieron al funeral para presentar sus respetos a Emily, y Joy y Roberto intentaron luchar entre sentimientos de tristeza y orgullo.
Intentar seguir adelante
Durante los meses siguientes, Joy y Roberto se sintieron desgarrados. Por un lado, querían llorar a la hija que habían perdido. Por otro, querían celebrar que la hija había sobrevivido. Al final, decidieron seguir adelante por el bien de Amanda y hacer todo lo posible para que su vida fuera lo más plena y divertida posible.
También fue un alivio para los padres saber que la operación no tendría efectos duraderos en Amanda. Tras numerosos controles con el médico, la dieron de alta como una niña sana y feliz.
Contar su historia
A medida que Amanda crezca, sin duda empezará a preguntar por la cicatriz del costado de su cuerpo y por su hermana. Y tanto Joy como Roberto han tomado la decisión de contárselo todo. Van a contar la historia de Emily y a compartir su legado con su gemela, y con suerte mantendrán esa conexión que las niñas tuvieron una vez entre sí. Para ellos, ésta es una de las cosas más importantes de cara al futuro.
Y aunque sus vidas nunca se recuperarán del todo de la pérdida de Emily, no cabe duda de que la familia puede seguir adelante con uno de los bebés que siempre quisieron.